Cuando vemos que las cúpulas políticas, que gobiernan nuestro país, entregan informaciones y explicaciones que sólo entienden ellos, es interesante reproducir un párrafo del libro “The Goebbels Diaries”. (Joseph Goebbels, un reconocido propagandista alemán durante la Segunda Guerra Mundial).
Dice en un párrafo, escrito el 29 de enero de 1942:
”Por la noche he tenido una larga charla con mi madre, que para mi siempre ha representado la voz del pueblo. Conoce los sentimientos populares mucho mejor que la mayoría de los expertos que juzgan las reacciones de las masas desde la torre de marfil de la investigación científica, porque en su boca habla el pueblo mismo. Una vez más aprendo mucho de ella; especialmente que las gentes son mucho más primitivas de lo que solemos imaginarnos. La propaganda debe ser, por lo tanto, fundamentalmente primitiva e insistente. A largo plazo únicamente consigue influir en la opinión pública quién es capaz de reducir los problemas a sus más sencillos términos y tiene el valor preciso para repetir una y otra vez esta fórmula simplista, pese a todas las objeciones de los intelectuales.”
Muchos de los conceptos referidos a la propaganda política nacieron de su pensamiento y reflexión sobre el tema, que estando de acuerdo o no con su ideología, un profesional de las comunicaciones debe leer acerca sus técnicas propagandistas para ampliar su conocimiento de la especialidad.
Por otra parte, en el libro clásico de la literatura especializada “La propaganda política” de Jean-Marie Domenach, publicado en 1950, que yo debí leer en la universidad en la cátedra de Sicología Publicitaria, se encuentran temas como: la propaganda leninista, la propaganda de tipo hitleriano, reglas y técnicas de la propaganda, el mito, la mentira y el hecho, entre otros temas.
A veces, es interesante repasar el pasado para analizar el presente.
1 comentario:
La verdad, estimado Herman, es que los tiempos, las situaciones y los países han cambiado, pero algunas premisas básicas para llegar mejor a las masas, parecen reproducirse, independientemente de la minimización de las facultades mentales de los ciudadanos, que la autoridad pudiera hacer.
Un abrazo.
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