Las encuestas demuestran la baja poca credibilidad que tienen los políticos en
Chile. Los ciudadanos no confían en ellos ni tampoco les creen. Es lógico por
la forma en que actúan y se comportan. Pero parece que no les importa. Siguen
actuando igual como si nada pasara Están convencidos que son dioses del Olimpo
elegidos por alguna divinidad especial.
Cualquier persona que tiene aspiraciones de
figuración ingresa a un partido político y lista su carrera. Sea culto o un gran
ignorante, da lo mismo, tiene la posibilidad de gestionarse y lograr notoriedad
al utilizar los medios de comunicación y lograr posicionarse en la opinión
pública. Lo que significa que se establece una relación de “sale en la tele y
habla bastante opinando” lo que permite hacer la analogía, que no corresponde,
de que es una persona inteligente e importante, lo que, generalmente, no es
así. Ahora lo que vale es ser mediático
y famoso.
Los políticos, en su mayoría, no están en la
política por un afán de servicio sino por un interés personal de figuración y
desde ahí proyectarse cada vez más alto. Sólo se interesan en ellos y el
partido que los cobijó, su preocupación por la ciudadanía es muy relativa y no
como debiera ser. Pareciera que les interesa, porque así lo hacen creer a la
opinión pública, cuando en el fondo están defendiendo los intereses del partido
político en el que militan.
En época de elecciones su principal
preocupación es “repartirse el país”, lo más rápido posible, en algún cargo que
le pueda traer beneficios personales descuidando las funciones para las que
fueron elegidos, representar a los ciudadanos, y por lo que se les paga con los
impuestos de todos los chilenos.
Así es como en víspera de elecciones no
respetan los plazos para realizar publicidad ni los lugares privados ni
públicos con rayados y propaganda, a veces de muy mal gusto. Ni siquiera así
dan un ejemplo cívico. Su único objetivo es querer ganarle al otro. Sacar
ventaja como sea. No respetan nada y de ese modo pretenden ser elegidos por los
mismos ciudadanos que pasan a llevar, cuando no tiene ética ni respetan a
nadie.
Tampoco en el ejercicio de sus funciones dan
muy buen ejemplo. Las grandes discusiones que tiene no son de necesidades
públicas sino de rencillas y odios personales o de partido. Si uno, en un día
domingo, borracho, se da vuelta en una moto-nieve sostiene que fue accidente
laboral, otro drogadicto defiende su vicio como algo normal u otros quieren
pasar por sobre la ley con prepotencia ante cualquier ilegalidad que cometen,
como viajar a exceso de velocidad en su auto.
Por
eso, hay que tratarlos igual. Si a ellos no les interesa la ciudadanía como
objetivo de su gestión tenemos que hacer lo mismo. No interesarse en ellos y no
votar, total ahora el voto es voluntario. Porque aquello de que representan a
las personas es una gran mentira. Sólo se representan a ellos y sus círculos de
poder. La vida de las personas seguirá igual con ellos o sin ellos. Tendrán que
levantarse cada mañana a trabajar y a ganarse el sustento diario. Ignórelos, si
los políticos salen en los noticiarios de la televisión cambie de canal o si
están en las páginas de los diarios, sáltese esas páginas, da lo mismo lo que
digan. Si ellos no lo escuchan a usted, usted tampoco los escuche.
Votando o no votando, su vida seguirá igual.
Por lo menos, para mi, hace mucho tiempo que los políticos no existen.
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