viernes, marzo 17, 2006

La ley ¿antitabaco?



Una aclaración: el tabaco no es dañino, sólo es una planta de la que se hace un producto: cigarrillos.

Lo dañino es fumar esos cigarrillos. Debería decirse: “fumar cigarrillos es dañino para la salud”. Las cosas por su nombre.

La ley que entrará en vigencia ¿Logrará ser efectiva? ¿Una ley cambiará la conducta de un fumador? Yo creo que no. Es más fácil reforzar que cambiar conductas preexistentes.

“Sé que van a intentar convencerme, pero yo soy el que dicta mis propias ideas”, dirán muchos.

Algunos creen que por la simple aprobación de una ley se solucionará el problema. ¿Se han solucionado los temas de drogas, alcohol, accidentes de tránsito, violencia en los estadios? No.

La clave no es inducir nuevas actitudes básicas ni crear patrones de conductas mediante leyes sino canalizar las conductas que ya existen en el ser humano. Lo que implica una complejidad muy alta, debido a la fundamental aplicación de conceptos de sicología social, especialmente de aprendizaje, que requieren de mucho tiempo para introducir un cambio en los hábitos y actitudes de la gente que fuma. El aspecto motivacional de los receptores de los mensajes juega un rol fundamental. No basta una ley, sino que ésta debe apoyarse en una campaña de marketing social.

La utilidad de las leyes o campañas de comunicación social masiva para cambiar actitudes o conductas es muy limitada debido a que se diluye por la apatía, las actitudes defensivas o una incapacidad cognoscitiva de la gente.

Aparte de los ignorantes crónicos, la gente fumadora dependiendo de sus creencias o valores, mientras éstos no lleven beneficios reales de motivación, seguirá fumando aunque sea a través de resquicios. Si los cigarrillos no se pueden vender a menos de 100 metros de un colegio, el estudiante fumador los comprará más allá o los llevara en su bolsillo, el fumador que va a un restaurante buscará uno donde lo permitan, en las oficinas saldrán a fumar al aire libre, etc. ¿Y, además, quién va a impedir la venta ilegal?

Para lograr efectividad con una ley o campaña de carácter social se requiere del concurso de muchos actores de la vida nacional de un país: gobierno, especialistas del área, la familia, colegios, empresas y los medios de comunicación, todos actuando bajo una estrategia coordinada y sostenida en el tiempo.

Cuanto más bajo sea el compromiso del público con el tema propuesto y la razón de beneficio personal, tanto menor será el impacto. Y éste es un hábito adictivo. La persona que fuma es difícil que cambie esa costumbre porque se dictó una ley.

Toda estrategia de cambio social es un largo proceso de aprendizaje para la gente y pasará mucho tiempo antes que se transforme en un hábito en ellos.

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