La imagen “se arma” en la cabeza de las personas constituyendo un fenómeno de opinión
La gente se demoran pocos segundos en “creer” como serían las personas públicas o personalidades, quiénes utilizando un vestuario de calidad asesorado por modistos, una manera de hablar correcta y bien modulada, tener la suerte de nacer con una presencia física agradable o estar en un cargo importante conseguido, quizás, a base de contactos, dan la impresión y hacen pensar que detrás de esa imagen existe una persona “muy inteligente y que posee muchos conocimientos”. Pero no siempre es así.
Habitualmente la gente se deja llevar por impresiones “audiovisuales” para creer que detrás existe una persona intelectualmente muy preparada y “compra” lo que ve. Una situación que vemos a diario en autoridades, artistas o deportistas que “parecen algo que, a veces, no son” y que los medios de comunicación, especialmente la televisión, se encargan de reafirmar.
Generalmente no existe correlación entre la inteligencia y capacidad de una persona y lo que se ve o conoce. Se cree en estereotipos, descartando opciones de análisis real, nublando la verdad. El impacto que se causa en otra persona depende un 55% de cómo lucimos y nos comportamos, en un 38% en como hablamos y un 7% en los que decimos.
La imagen se arma en la cabeza de las personas constituyendo un fenómeno de opinión en "una representación mental, concepto o idea" que se tiene acerca de una persona pública, en un juego repetido incesantemente hasta estabilizarse en la memoria.
Esas percepciones sucesivas de la gente ocasionan, a través del tiempo, una reimpregnación de la memoria de un modo esencialmente acumulativo y se arma la imagen al mismo tiempo que se desarrolla todo un sistema de asociaciones y de valores que se estabilizan en la conciencia colectiva.
La imagen se forma en un nivel subjetivo por todas las experiencias más o menos directas que el sujeto a tenido con otras personas, y en un nivel social, por toda la información indirecta que circula a nivel interpersonal o de los medios de comunicación.
Por lo tanto, identificar el talento y competencias reales de una persona pública no es tarea sencilla. No depende sólo de la forma, sino también del contenido.
Una persona también es una marca que se empaqueta y se vende de la forma que resulte más interesante. Detrás de una imagen bien elaborada puede haber un cerebro bastante vacío y una boca con mil palabras que no dicen nada. Pero irradian y proyectan una imagen de “gran algo”
Y usted: ¿Que slogan utilizaría para venderse?
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