viernes, octubre 21, 2005

Percepciones de las preguntas y respuestas “presidenciales” en la tele



El programa-debate con los candidatos presidenciales: Tomás Hirsch, Michelle Bachelet, Sebastián Piñera y Joaquín Lavín, no fue lo que se esperaba y demuestra que es una fórmula que no aporta nada a la decisión de los electores. Lo indica el bajo rating de 24,5 puntos, para un evento que se suponía interesaría a la gente y así lo creyeron también los auspiciadores. Lamentablemente no es así.

Sabido es que televisión es un medio de comunicación que llega a las emociones y no al aspecto racional de las personas y donde la gente recuerda lo que ve y no lo que dicen las personas que aparecen en ella, salvo que lo dicho sea muy impactante. En esta percepción visual y auditiva el televidente establece una cadena de significados con lo que está viendo. Por eso fue un punto memorable la explicación con las manos abiertas y cerradas sobre la delincuencia por parte de Piñera y el carnet mostrado por Lavín. Lo único.

El candidato Hirsch semejaba más bien un predicador televisivo de algunas de las tantas iglesias que existen, hablando y exponiendo temas para intentar llegar a la sensibilidad de las personas más que entregar proposiciones concretas. Demagógico. La candidata Bachelet me recordó a alguna profesora de colegio ante un curso nuevo, más que una candidata presidencial. Muchas muletillas y un gesto de temor en su rostro. Piñera fue el empresario exponiendo ideas ante un directorio de algunas de sus empresas. La ventaja que tiene es su dominio de la expresión oral y del manejo empresarial de las cifras, lo que fue un plus para él, ya demostró mucha seguridad en esos temas. Joaquín Lavín parecía el presidente de un sindicato aleonando al personal contra el gerente.¿Quién le dijo que se veía bien con el pelo tan desordenado?

Los asesores en vez de andar aconsejando que usen corbata roja (parecían del mismo colegio) deberían preocuparse del posicionamiento de su candidato. Ese concepto define cual es el lugar en la mente y el corazón de las personas que van a ocupar. Posicionar es, siempre, un esfuerzo por lograr aquello que lo diferencia del resto y tiene la virtud de ser percibido por los receptores como una diferencia y lograr así un mayor grado de correspondencia con los configuración idealizada.

Hasta el momento todos dicen lo mismo en términos de mensaje y tampoco marcan una diferencia en imagen ante la opinión pública. No tienen atractivo para nadie. Compuestitos y midiendo las palabras. Todavía no tengo claro cuales son las “ideas fuerza” de los candidatos que sean capaces de sintetizar el conjunto de la propuesta electoral. Nada de emprendimiento político ni de liderazgo que lleve a que la gente los siga y por consiguiente, les crea. Quizás eso explique el bajo rating o también puede ser que muchos o miles ya no les creen nada. Me inclino por esto último.

Por otra parte, como el mensaje televisivo hablado se lo lleva el viento, será la prensa escrita la que lleve el tema a la parte racional publicando lo que se dijo y opinando sobre los visto. Esto plantea otro escenario. La opinión pública leerá los medios escritos según la orientación de ese medio y de lo que piense ese periodista. Será información de segunda mano.

En conclusión, ninguno de los cuatro candidatos trasmitió un posicionamiento adecuado ni un estilo de comunicación para generar un mayor nivel de impacto entre los televidentes.

Para terminar, mención aparte para las presentadoras. Glenda Umaña muy superior a Constanza Santa María. La primera se nota que trabaja para una cadena televisiva internacional por su dominio y presencia en el set. La chilena mostrando lo mismo que en su sección de reportajes. Le falta oficio para esto todavía.

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