lunes, noviembre 07, 2005

Marketing de servicio político: ¿El elector es un cliente?

El marketing de servicio político se entiende como un proceso de canalización de las necesidades de la gente para desarrollar servicios políticos y públicos tendientes a satisfacerlas, según su valor percibido y comunicados eficientemente para generar un bienestar social.

La opinión pública obliga a los políticos a responder a una demanda exigente que reclama el desarrollo de propuestas innovadoras y concretas. Las opciones políticas donde los candidatos presentan sus atributos hacen la decisión más compleja ya que deben asumir lo que significa la vinculación entre la necesidad del que vota y la entrega del servicio propuesto.

El marketing de servicio político debería permitir desarrollar la capacidad de identificar la propuesta política y, a la vez, coordinar los recursos para alcanzar a los públicos objetivos de una forma integral, logrando, en el tiempo, resultados medibles y cuantificables en relación a las promesas y la realidad de los hechos.

El punto de partida de una acción de marketing de servicio político es conocer el real comportamiento que el candidato tiene con su actual electorado y cuál es la verdadera calidad del servicio que está brindando a esas personas.

Las características que propone son: el servicio político es una prestación dirigida a la mente humana e intangible por esencia, las acciones del político y del elector son inseparables, la prestación del servicio político es difícil de estandarizar porque se basa en personas, los servicios políticos no se pueden almacenar porque los votos no recibidos significan pérdida en el periodo.

La gestión de calidad del servicio político prestado, la estrategia de fidelización, la atención y contacto con el votante, son conceptos fundamentales en un plan marketing de servicio político, seguido de una permanente evaluación de este proceso. Así mismo, el marketing relacional es una acción clave del servicio público político y por consecuencia las potenciales fórmulas de comunicación con ellos.

Si a ello agregamos el aporte de las iniciativas de innovación, de cambio, liderazgo y de generación o consolidación de la marca personal del candidato, tendremos una “institución política” que en el mediano plazo reafirmará su imagen ante sus potenciales electores.

Como la competencia en períodos electorales es muy alta, la solución no está en lanzar campañas en cierto período específico cuando todos lo hacen, sino en desarrollar planes integrales sostenidos en el tiempo y que cubran todas las variables que afectan a la opinión pública.

El marketing político, basado en el servicio, es la forma que los candidatos tienen para responder a las presiones externas creadas por la necesidad de competir por los votos, teniendo claro que las organizaciones políticas no se caracterizan por su creatividad, su capacidad de innovación o iniciativa, sin olvidar, además, la lentitud con que ese efectúan los cambios cuando ello ocurre. El detalle no está en cambiar lo que existe sino en crear lo que no hay. El cambio no se da automático, lo crean candidatos con iniciativa y con flexibilidad.

Incorporar técnicas o estrategias de marketing y servicio para poder mantener y atraer votantes es indispensable para obtener éxito en un ambiente tan competitivo. Lo necesitan para desarrollar una imagen efectiva y para posicionarse mejor en la opinión pública. .

Cuatro son los componentes fundamentales que integran el mix que sustenta la comunicación política: el marketing propiamente tal, el marketing de servicio al elector, el marketing relacional y el marketing de contacto.

Cada uno de ellos actúa independientemente pero formando parte de un todo que da el sentido y el concepto que el candidato desea lograr. Si una de las partes falla el resultado no permitirá obtener relevancia, resultados efectivos en votos ni relaciones competentes ante la opinión pública.

Poner carteles o crear eslóganes alabando al futuro votante ya no es suficiente.

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