lunes, diciembre 05, 2005

Volando más alto…volando más bajo.

En el post anterior escribía sobre la actitud de miedo al fracaso de los chilenos en las grandes instancias. Aquí menciono dos casos para demostrar que se puede ser número uno y un tercero caso que explica, en parte, porque los niños chilenos no tiene la personalidad de otros, porque en el colegio cuando alguien se sale de la norma, por ser opinante o creativo lo tratan de “niño problema”.

1) En su última edición, la revista Wine Enthusiast, destacó a la zona de Colchagua como el mejor valle vitivinícola del mundo de 2005, por sobre la zona francesa de Champagne y Santa Bárbara en California. Es la primera vez que un valle de América del Sur obtiene ese premio internacional.

En el artículo se afirma:”el desarrollo del valle es evidente y el aumento de la calidad de los vinos es notable. Es un premio al compromiso y a la calidad”.

Esto es el resultado de un trabajo que se viene realizando desde los 90 posicionando la zona como la mejor ruta de vinos de Chile. Cuenta con 14 viñas, hoteles de categoría internacional, el Tren del Vino entre San Fernando y Peralillo, los museos de El Huique y de Colchagua, centros gastronómicos y restaurantes, eventos y ferias.

Y hay más proyectos: crear un campus educacional que impartirá carreras técnica asociadas al rubro enológico, instalar un teleférico, una villa indígena y un observatorio astronómico.

2) Por otra parte, Santiago fue escogida como el mejor centro de negocios de América Latina por la revista América Economía. En los últimos 3 años se han realizado 80 congresos internacionales, con 47.000 delegados que generaron cerca de 80 millones de dólares.

Y el tercer caso es lamentable.

En la V Región, dos niñas de 13 y 14 años, de 8ª básico de la Escuela Libertador Bernardo O¨Higgins, elaboraron un diario de noticias futuristas del año 2100 como parte de un trabajo para la asignatura de Lenguaje. Eran dos historias a modo de crónica policial que aludían indirectamente a su profesora jefe y que fueron calificadas como ofensivas por los profesores del establecimiento. Resultado: las expulsaron sin escuchar sus descargos, ni escucharlas. Curiosamente en el ramo de “Lenguaje y Comunicación”.

Parte del texto dice:

“Sangriento crimen fue perpetrado por profesora en horas de clases”

“Puso los vasos en una bandeja y los llenó no tan solo con refresco, sino que también con un sedante. Cuando llegó a la sala donde se encontraban las alumnas, le entregó un vaso a cada una, y mientras estas bebían, ella maquinaba la forma de asesinarlas. Cuando las jóvenes estuvieron bajo el efecto del sedante, procedió a degollarlas y a esparcir su sangre por toda la sala”…


Los profesores son educadores y su función es, justamente, educar a los jóvenes. En este caso, en vez de evaluar un potencial talento creativo, y de condiciones literarias, para incentivarlos a seguir en este campo, con las justas correcciones al talento de las niñas, se prefiere actuar como en la Inquisición.

Con la actitud de los profesores de sentirse afectados y “heridos en su honra” por lo que se escribió “indirectamente”, sólo consiguen que quizás nunca más esos niños u otros se atrevan a crear a opinar, escribir, hablar sobre un tema o desarrollar sus capacidades por miedo a la crítica y al castigo.

Más adelante, nos encontraremos con adultos que no se atreven a correr riesgos ni ser emprendedores, por temor.

“Maestros” no se ofendan, no se tomen tan serio, ni hagan defensas corporativas. Sólo son dos niñas. Guíenlas con afecto. Así se logra más.

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