viernes, abril 21, 2006
Un canal es una marca y un programa es un producto
Los programas de la televisión chilena hoy están teniendo más fracasos que éxitos. Casos como el matinal de canal 13, la teleserie vespertina del mismo canal (a veces le toca fracasar a TVN) y el show de los lunes en Mega no han funcionado como se esperaba. Si agregamos la drástica baja sintonía de los programas juveniles Mekano y Rojo, ya saturando el mercado de telespectadores, nos indican que algo no está funcionando en nuestra televisión.
En los canales se olvidaron que al crear un producto televisivo, los programas, éstos se rigen por las normativas del ciclo de vida de un producto, las leyes del marketing y el posicionamiento y cuando me refiero a este concepto no estoy diciendo “poner avisos para promocionarlo o incluir cuñas en la programación” sino a su elaboración comercial desde que se crea el concepto hasta que está al aire y donde el “consumidor o cliente televisivo” es el principal referente.
Para crear un programa de televisión no basta con que un grupo de “creativos” que se dicen geniales y se “miran el ombligo” digan: esto va a resultar. El mercado televisivo es tan competitivo que no basta con creer que va funcionar porque se aplican las recetas ya conocidas, sino que se requiere diferenciación, sorpresa y creatividad al máximo. Parece que los ejecutivos y directores de las canales chilenos funcionan con la nefasta teoría de la percepción propia: “yo creo”, yo pienso”. Se olvidan de “ellos”: el cliente, los dueños del control remoto.
Cuando se falla en la concepción del producto no basta con cambiar el programa sobre la marcha con ajustes improvisados, como habitualmente se hace, trayendo los mismos invitados de los otros canales quiénes dicen lo mismo que todos saben y tampoco se soluciona con el cambio de horario o de conductores que, dicho sea de paso, destacan por su incultura, vocabulario limitado y carencias comunicativas básicas. Ellos están más preocupados del vestuario y el maquillaje que lo que van a decir. ¿Se imaginan que a un producto que no se vendió en el supermercado la empresa le hiciera cambios todas las semanas? ¿Qué pasaría?
Lo mismo que rige para el “producto periodístico” de los noticiarios, en general, con profesionales que hablan y escriben con “lugares comunes”, tratamiento de la noticias como si fueran teleseries y donde los recursos básicos son la premisa que los guía. Además que todos los canales “pautean” igual las mismas escasas noticias que ocurren. Da lo mismo ver cualquier noticiero.
A medida que los telespectadores aumenten su incorporación a las empresas de cable, menos serán los que verán los canales nacionales por su limitada capacidad creativa y por consiguiente la publicidad será la principal afectada. Mientras los canales de programación pagada cada día ofrecen novedades, programas entretenidos y su oferta se renueva periódicamente para nichos específicos de consumidores televisivos, la televisión criolla ofrece siempre lo mismo.
Por otra parte, ¿Qué justificación tiene que existan canales “zombies” que deambulan y no aportan nada con su programación como es el caso de Telecanal, UCV o TVO? ¿Para qué están al aire?
El problema es que no hay diferenciación de los productos televisivos ofrecidos en la pantalla y la gestora que los define y desarrolla es la propia empresa televisiva. Sus ejecutivos. Y al no existir una diferenciación del producto tampoco se crea posicionamiento en los telespectadores porque no hay emoción para llegar a la mente y el corazón de esos clientes televisivos. Definir la percepción que se tiene de un producto televisivo en relación con la competencia es fundamental. Si todos los canales chilenos hacen similares programas ¿Cómo pretenden lograr el éxito?
El marketing de los programas es todo el negocio televisivo visto desde el punto de vista del televidente, previamente segmentado La diferenciación de lo que se pone en pantalla define el éxito o fracaso. Entonces si el programa parte mal en su creación como producto ofrecido al mercado ¿Cómo creen que se posicionará en la mente de las personas?
La televisión se enciende para entretenerse. Para nada más. Al “adquirir” un programa se está comprando una satisfacción en función de las necesidades de entretención de cada persona. Cada uno valora los atributos de lo que recibe en la pantalla y esos atributos son importantes al momento de decidirse por uno u otro programa. Y en este caso, el cable tiene más y mejor oferta.
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