miércoles, mayo 10, 2006

BCI: un aviso para el Día de Madre


“Hacer buena publicidad significa hacer publicidad que haga bien porque la correspondencia de intereses exige una correspondencia de actitudes.”


Siempre que se celebra alguna fecha especial comienzan las campañas publicitarias para que la gente compre y se endeude. Así está ocurriendo ahora con el Día de la Madre. El mensaje en los medios es: “no la salude con afecto y cariño, mejor compre el regalo más caro para ella”.

El banco BCI y su agencia de publicidad han publicado un aviso donde comparan una tarjeta de saludo con una tarjeta de crédito (en la foto) que dice en su llamado; “En el Día de la Madre no te equivoques de tarjeta”. Un manipulador lenguaje verbo-icónico connota la poca importancia que tiene una tarjeta de saludo corriente frente a la "conveniente" tarjeta bancaria. Las preguntas sobre el aviso son: ¿Es válido llegar a estos extremos en la publicidad? ¿Es una equivocación regalar sólo una tarjeta de saludo en un día tan especial? ¿Los afectos personales tienen valor comercial?

La Publicidad es una herramienta de múltiples filos y dimensiones y muchos cometen el error de hacer publicidad pensando que es buena para todo.

La influencia decisiva que la publicidad ejerce sobre la vida y su medio procura siempre que lo circunstancial no atropelle la base de los principios de las personas. En medio del abrumador quehacer cotidiano entre las necesidades del hombre y sus ideas surge una sentencia que dice: “Cuando mas llena la profesión la existencia del hombre, tanto más define su relación total con el mundo”.

El hecho, con significar este atributo natural de sensibilidad, vale bien poco sin la determinada voluntad de hacer el bien. La Publicidad reclama mucha dosis de ingenio y de talento. De inteligencia, sobre todo. Un trabajo es inteligente cuando está obligado a hacerse cargo de la realidad que es el principio y fin de la acción publicitaria.

Todo en la publicidad parece ser relativo y desde luego, controvertible. Es tan discutido como criticable el proceso que la alimenta: pensar lo que la gente quiere y querer lo que la gente piensa. Porque, en fin de cuentas, la meta final es vender algo. Venderlo pronto y bien.

No hay profesión sin ética. Ni ética ajena a los problemas morales de la convivencia humana. Ser hombres ricos en ideas no puede entrañar pobreza de ideales, sino todo lo contrario. Una publicidad como la mencionada convierte en miseria individual lo que debe ser fragua inteligente de confianza colectiva.

La publicidad es un estado de conciencia humana. Hacer buena publicidad significa hacer publicidad que haga bien porque la correspondencia de intereses exige una correspondencia de actitudes. Tanto como hacer cosas afortunadas conviene hacer cosas juiciosas, lo que vendrá a reforzar la obra de quiénes procuran ir adelante siempre, sin atropellar los afectos de nadie. El fin no justifica los medios,

Abrace fuerte y entréguele una sencilla tarjeta de saludo a su madre. Ella se lo agradecerá porque sólo eso le basta para ser feliz. Y no se sienta culpable por no poder llevarle una tarjeta de crédito. Eso sólo le interesa al banco. El amor familiar no tiene precio.

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